La Sierra de Vallejo y el Jaguar

La reserva estatal Sierra de Vallejo está considerada por la CONABIO como región prioritaria 062 para la conservación por sus recursos naturales, diversidad de plantas y animales que protege y por la aportación de agua para los habitantes de la región.
Esta reserva comprende 63 mil 598 hectáreas, de las cuales 26 mil 174 corresponden al municipio de Compostela y 37 mil 424 al municipio de Bahía de Banderas. Los terrenos de la Sierra de Vallejo pertenecen a 15 núcleos agrarios y a una comunidad indígena; sin embargo, dada su importancia ambiental, es patrimonio de todos los nayaritas, de los mexicanos y del mundo entero.


La zonificación de la Sierra de Vallejo

El decreto de la Sierra de Vallejo como reserva de la biosfera, no modifica la tenencia de la tierra; es decir, los dueños conservan la propiedad, pero establece una zonificación básica la cual ordena el uso de los recursos naturales de las áreas, asegurando la conservación de los recursos naturales existentes y el desarrollo sustentable de las comunidades. Por ello, existen zonas núcleo y de amortiguamiento en la reserva.

Zona de núcleo: 32, 110.24 hectáreas

Aquellas superficies en buen estado de conservación donde se busca mantener las condiciones actuales de los ecosistemas, e incluso mejorarlas en los sitios que así lo requieran, y en las que se podrán realizar excepcionalmente actividades de aprovechamiento que no modifiquen los ecosistemas y que se encuentren sujetas a estrictas medidas de control. En esta zona se encuentran parte de los ejidos de Higuera Blanca, Sayulita, Puerta de la Lima, Úrsulo Galván y la Peñita de Jaltemba.

Zona de amortiguamiento : 31 488.29 hectáreas

Son las áreas que protegen del impacto exterior a las zonas núcleo; en éstas sólo podrán realizarse actividades productivas lícitas emprendidas por las comunidades que ahí habiten y que sean estrictamente compatibles con los objetivos y programas de aprovechamiento sustentable en los términos de la declaratoria respectiva. En estas zonas están contempladas las áreas donde se establecen los asentamientos humanos, las zonas que requieren recuperarse debido a que han sido severamente impactadas o modificadas y aquellas superficies que presentan atractivos naturales para la realización de actividades de recreación y esparcimiento donde es posible mantener concentraciones de visitantes.
La Sierra de Vallejo (SV), extremo sur oeste del estado de Nayarit ha sido reconocida como tierra de jaguares por los habitantes del lugar desde todos los tiempos. Don Salvador “Minitas” (QEPD), ganadero que nació y creció en ranchos sierra adentro, afirma que durante su infancia, en los años cuarenta, los jaguares eran tantos que hacer ganadería sin sufrir pérdidas era prácticamente imposible. Por eso personas como su padre se especializaban en la cacería del jaguar; llegaron a matar importantes cantidades de ejemplares en defensa de su patrimonio y actividad económica. Don Salvador aseguraba que eran cientos de jaguares los que él mismo vio que su padre erradicaba en el norte de la Sierra de Vallejo y Zapotán.

El análisis de la situación actual con metodologías estandarizadas de rigor científico es pertinente e inaplazable, no sólo a nivel regional sino nacional, puesto que esta pequeña pero significativa sierra de bosque tropical es un ejemplo representativo de la tendencia nacional de la aplicación de las políticas públicas nacionales, estatales y municipales, y por lo tanto muestra un probable futuro de varias áreas que actualmente cuentan con presencia del felino en México. En Sierra de Vallejo tanto su integridad ecológica y sus especies silvestres viven un proceso dinámico acelerado con riesgos identificados, por estar acotada con una serie de proyectos de desarrollo turístico, inmobiliario y de infraestructura sin precedentes para esta región del pacífico mexicano. Sin duda se pondrá a prueba una vez más la gran capacidad de adaptabilidad de la especie a las nuevas condiciones que tienden a agudizarse de forma exponencial a partir de estos momentos y hacia el futuro.

  • Parcelamiento de la zona de uso común y división de la totalidad de las tierras ejidales entre sus ejidatarios, venta a no ejidatarios mexicanos y extranjeros.
  • Compra y venta de tierras ejidales, especulación inmobiliaria, acelerada escala de precios en las tierras con selva mediana subcaducifolia con buen estado de conservación.
  • Fomento del desarrollo inmobiliario masivo en la costa nayarita y reportes de jaguar en zonas aledañas a los nuevos desarrollos turísticos.
  • Infraestructura urbana y suburbana, ampliación y construcción de nuevas carreteras.
  • Desarrollo de nueva superestructura para soportar la nueva infraestructura turística.  
  • Surgimiento acelerado de nuevas brechas y “ranchos ecológicos” en la sierra.
  • Limitada aplicación de la ley para conservación de tierra de jaguar.
  • Comités de Vigilancia Comunitaria de Profepa que operan deficientemente.
  • Arraigada ganadería extensiva de agostadero sin límites entre los ejidos serranos, acompañada de cacería incidental o de subsistencia, cambio de uso de suelo, avanzando la frontera ganadera sobre la forestal:
  • Aplicación de programas de subsidio y fomento a la conservación (Proárbol), pero escasa conciencia de interdependencia entre los desarrollos de la costa y el valle para con la sierra.
  • Interés en la observación directa de la especie y el fomento de ésta como una actividad turística.
  • Conservación del hábitat de jaguar sólo dentro de los polígonos de las áreas naturales protegidas, lo que no garantiza que haya continuidad entre éstas; por lo tanto, se descuida la interconexión entre subpoblaciones y el flujo genético.